Viaje a la luna- 1902- George Mèliés.


Según parece cuando en 1896 los Lumière hicieron una proyección limitada a pocos invitados del famoso tren llegando a la estación, estaba George Méliès. Su impresión de esas imágenes lo habría dejado tan extasiado que intentó comprar a los hermanos la maquinaria necesaria para filmar. Pero estos se negaron y Méliès tuvo que armarla solito gracias a algunos conocimientos adquiridos tras trabajar con su padre. De ahí que fuera, entre otras cosas, considerado como el padre del cine por muchos ya que si bien los Lumiere fueron los primeros en filmar y proyectar ante un público imágenes en movimiento, fue Méliés quien realmente creo el cine como tal al usar la misma tecnología pero para la ficción.

En el caso de Viaje a la Luna estamos ante una historia de apenas 14 minutos, todo un largometraje para una época en que apenas se podían ver 2 o 3 minutos de filmación, basada mayormente en el relato de Julio Verne “De la tierra a la luna”. En esta obra del famoso visionario, un grupo de hombres pertenecientes al Gun Club (club de armas) y quienes se hallan aburridos y sin mucho para hacer luego de la guerra de secesión americana; deciden planificar un proyectil- que irónicamente es una bala- para dispararlo a la Luna no sólo como exploración sino también para conquistarla. Tras muchos debates y discusiones, tres son finalmente los elegidos para llevar a cabo la misión que termina cumpliéndose con algún éxito pues logran llegar a destino y finalmente luego de vuelta a casa. En este film francés estrenado en 1902, Méliès...

"experimenta osadamente con algunas de las técnicas cinematográficas más famosas, como la sobreimpresión, el fundido lento y ciertas prácticas de montaje que se utilizarían con mucha frecuencia más adelante."

Así mismo se la considera por supuesto el primer film de ciencia ficción de la historia del cine por adentrarse en los elementos y convenciones típicos del género. La popularísima imagen del proyectil clavándose en el ojo de la luna es una de las más emuladas del cine y todo un referente cinematográfico. Su grandeza por otra parte también radica en las imágenes que Méliès supo crear dandole a todo el film- sobretodo en las escenas lunares- un aire verdaderamente surrealista. Ha sabido dar a la historia un tinte onírico que contrasta con la lógica y meticulosidad del referente literario. Un detalle este que no es gratuito si pensamos que entre las tantas habilidades que desarrolló el director estaba el de ilusionista. Tenía su propia compañía de teatro- como luego tuvo su propia productora de cine- en la cual ya experimentaba con distintos efectos sobre el escenario para causar variadas emociones en el espectador. Como iniciador del cine, Méliès no cubrió meramente el papel de director y actor del film sino además estuvo en el guión, diseño de vestuario y escenografía entre otras cosas. Un verdadero prestidigitador que por mucho o poco que pueda gustar el cine clásico cautiva de inmediato.